Cada noche
me acuesto solo,
sólo para soñar
contigo,
sabiendo
que por la mañana voy a despertar sin ti,
que en un
mundo en el que pensar parece cada vez más difícil
para mí no pensarte
es algo impensable,
que vivo
desafiando a la ciencia
y que mi
cuerpo es un 65% tú y un 35% nada,
que las
lágrimas han gastado más agua
que las
duchas que compartíamos,
que nuestro
banco sigue siendo tuyo y cada día el de menos gente,
porque dolía menos
cuando lo
que me clavabas era tu mirada,
cuando me
mordías la sonrisa con un beso,
o cuando me
arrancabas la ropa y no la vida.
Dispararnos
siempre fue un juego con una cámara en la mano
- para
guardar recuerdos decías -
y es ahora
cuando me matan las balas de ese juego.
Los
cuchillos sólo marcaban nuestros nombres dentro de un corazón de madera
y la
espalda me la dabas para sentir mi pecho contra ella.
Corríamos
contra el viento
y
saltábamos con los pies en el suelo.
Para volar
bastaba con ir cogidos de la mano
y soltarnos
fue tu vuelo y mi caída
- el aterrizaje es la
diferencia -
Estoy vivo para contarlo,
pero quizás
debería olvidarte para dejar de hacerme daño,
aunque olvidarte es lo que más daño me haría.
David SV