Iba guardando momentos de felicidad en los bolsillos.
Aquel beso de su abuela
cuando era un niño,
el abrazo de sus padres cuando se convirtió en un tímido
adolescente,
la mano tendida de un amigo dispuesta a ahuyentar un problema,
o las
caricias de su novia cuando creció
convirtiéndose en lo que él creyó ser un
hombre, el de su vida.
La vergüenza siempre ganaba al amor,
y daba igual la
forma en la que apareciera,
él siempre lo guardaba en el mismo oscuro lugar
en
el que escondía los sentimientos que no quieren salir por miedo.
Imaginaba que
si les daba el sol se evaporarían,
perdiéndose dolorosamente para siempre,
como
el agua del mar,
que siempre se transforma en una bonita nube
que termina deshaciéndose
en lágrimas saladas
en cualquier rincón de cualquier ciudad.
Iba
guardando momentos de felicidad en los bolsillos,
y al final se rompieron.
Ahora tenía
los bolsillos vacíos
y el corazón destrozado.
David SV
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